ESTRENO EN AUTOCARAVANA Tras las dudas previas hay que reconocer que son unas vacaciones diferentes y satisfactorias. Una aventura familiar más sencilla de lo que pueda parecer a los que nunca se atrevieron a dar el paso. Esta es la historia del debut.
JAYSI
PABLO PORTABALES - 15/07/2017
Hace 48 horas que salimos de Galicia. Parece que pasó mucho más tiempo. Todavía no alcanzo a comprender cómo alguien es capaz de tomar la decisión de comprarse una autocaravana. Pero empiezo a entender la magia del asunto. Hoy ha sido un día fantástico. La AC (entiéndase autocaravana de ahora en adelante) no se ha movido de la parcela que ocupa en un cámping car modesto y cómodo (13,40 euros al día) situado al sur de Francia, cerca de Arcachón y puerta con puerta con un parque acuático en el que los niños llevan desde las diez de la mañana. Antes de que se despertasen, fui en bicicleta al pueblo más cercano a comprar el desayuno. Pedí baguette y croasán, que es lo único que sé en francés. Y ahora estoy escribiendo tranquilamente mientras bebo la cerveza fresquita que metí en la nevera en Galicia. Cuarenta y ocho horas después, lo de la autocaravana empieza a gustarme.
LOS DÍAS PREVIOS
Las dos frases más repetidas son, por este orden: «Es la ilusión de mi vida, ¡qué envidia! Ya me contarás». Y, «¡En autocaravana. Estás loco!». La primera domina sobre la segunda por amplísima mayoría. Te vienes arriba. Sí, pero, ¿cómo funciona el mastodonte de tres metros y medio de alto y sabe Dios cuánto de largo? El equipo de Antonio Jul en Yakart Autocaravanas está acostumbrado a lidiar con primerizos. «Tranquilo, que es muy sencillo, ya verás», dicen. Mi mujer sigue las indicaciones con atención y despliega con cuidado el toldo bajo el que piensa desayunar por media Europa. No parece demasiado complicado. Ya veremos al arrancar.
Tras dos horas llenando la AC de ropa (utilizamos el 20 %), comida, bebida y cargadores de todo tipo de dispositivos móviles, emprendemos el camino. Los primeros kilómetros son emocionantes. Te comes el mundo pilotando una casa sobre ruedas. Destino, Comillas, unos 400 kilómetros a 90 por hora. Sí, en las autocaravanas hay que circular más lento que Fernando Alonso. Es una oportunidad para volver a las carreteras generales. Los niños a lo suyo. ¿Hay wifi? En tierras cántabras te topas con la primera bofetada. El pueblo está en fiestas. «Está en un lío», dice por la ventanilla el atento guardia civil que viene a socorrer a la principiante familia autocaravanista. A mis hijos le empiezan a parecer más divertidas las peripecias de sus padres que los juegos de la tablet.
LA DUNA DE PILAT
En Francia todo está pensado para los autocaravanistas. Campings car, estaciones de servicio, lugares para descargar las aguas sucias… Antes de debutar con la AC lo que más me preocupaba era el escatológico asunto del baño y la carga de la la batería. A estas alturas me doy cuenta de que eso es lo de menos. Es una rutina, como la de la manguera del agua o el gas. Trabajos que hace tres días me parecían de ingeniería ahora los hago con los ojos cerrados. Para los debutantes como yo aconsejo preocuparse más por el qué hacer en el viaje que por el cómo manejar la AC. Lo pienso mientras subo a la duna más alta de Europa, la de Pilat, en la costa de Aquitania. Cuenta con un aparcamiento para AC e indican que la primera media hora es gratis. Astucia gala. Es imposible, aunque seas Jesús Calleja, subir a la duna y bajar en 30 minutos. En Corrubedo se te ocurre tocar un poco de arena y te detiene el Seprona. En Francia la gente se tira por la montaña. Al final fueron 8 euros de párking. Va siendo hora de hacer números.
LAS CUENTAS
Tras practicar surf en las Landas, de regreso paramos en Getaria a tomar un rodaballo a la brasa, la especialidad de la localidad donde se rodó parte de Ocho apellidos vascos. A 50 euros el kilo. En el viaje en AC puedes gastar más o menos. Nosotros, salvo este homenaje y otro en Biarritz, desayunamos, comimos y cenamos fantástico casi todos los días bajo el toldo. La AC te permite cambiar de ruta o pararte cuando quieras. Llevas la cama y la comida puesta. Es una ventaja incomparable. El primer día le di varias patadas al techo pero las siguientes noches dormí sin problemas. Tras una velada con unos amigos en Candás, regresamos con parada en la playa de las Catedrales. Una semana de alquiler en temporada alta de una autocaravana de 5 plazas nueva (la nuestra de la marca alemana Dethleffs la cogimos con 3.000 kilómetros) sale en 1.197 euros. Viene equipada con todo, desde televisor a menaje o portabicicletas. «En temporada baja la misma cuesta 707 euros», apunta Antonio Jul. Es posible que no valga para todo el mundo, pero el viaje en AC es una experiencia única.
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